martes, 30 de septiembre de 2014

CUATRO TIROS POR CABEZA Reseña del disco de José Antonio García y El Hombre Garabato

JOSÉ ANTONIO GARCÍA

Una voz incombustible

Cuando oí por primera vez (y yo era muy joven) El hombre invisible, quedé vivamente impresionado. Aquel ritmo palpitante, aquella letra que me intrigaba y sobre todo aquella voz tan personal, se me quedaron grabadas  para siempre. José Antonio García era por aquel entonces el vocalista de 091, una de las pocas bandas que, sin ser de la capital, lograron descollar en la movida madrileña. Ellos venían de Granada y traían un soplo de creatividad procedente del sur con visos de convertirse en algo consistente y duradero, como así fue.

Lejos de aquella época (en el tiempo, que no en espíritu) José Antonio publica ahora en solitario un nuevo proyecto donde en realidad no está solo. Le acompañan El Hombre Garabato en la otra cara del vinilo, y unos excelentes músicos y compositores que han pergeñado para la ocasión un puñado de canciones que nadie debería perderse.

A punto de estallar es un autorretrato duro y descarnado. Algo más amargo pero igual de combativo resulta Julio del 36, el bonus track de la edición en CD. Los tres temas restantes son piezas maestras de puro pop con letras directas y ritmos que nos traen reminiscencia de décadas pasadas. Mírame nos remite a la psicodelia setentera, No puedo prometerte nada más es un perfecto ejemplo de “pop de manual” y Nubes de colores pone la nota “happy” al disco. Escuchar estos temas es como viajar en el tiempo porque, francamente, ya no se hacen canciones así.


EL HOMBRE GARABATO

Siempre nos quedará Granada

Mencionar la tierra de la Alhambra trae enseguida a la mente ecos de Miguel Ríos, 091 o La Guardia. Y para mí, que también soy andaluz, es una grata noticia el poder constatar que la escena granadina sigue en plena forma. Un caso evidente es el de El Hombre Garabato, una banda sólida que no ha parado de crecer en cada nuevo proyecto. Los cuatro “tiros” que disparan en este álbum han dado definitivamente en el blanco.

Abren su cara del disco con El desastre, cuya contundente caja a tierra hace que mi pié no pueda estarse quieto mientras escribo esto. De tripas corazón es una confesión llena de rabia contenida, mientras que La explosión destila un conformismo cínico que le deja a uno en un estado de ánimo extraño. El bloque se cierra con Otra vez, la más sesentera de las cuatro y la única en la que se permiten dar rienda suelta a un cierto romanticismo.

Todo un despliegue de buen pop, muy cuidado y bien producido pero sin perder en ningún momento su frescura. Hay además un ingrediente común en las cuatro canciones  que no pasa desapercibido; me estoy refiriendo a  esos impecables coros llenos de “nananás” y “lalalás” tan efectivos y pegadizos que harían palidecer de envidia a la mismísima Kylie Minogue.